#microrrelato —No me puedo creer que tengas miedo —le recriminó mientras avanzaban en la oscura noche.
—Es que imagina que nos asaltan —replicó.
—Pues entonces les atacas tú a ellos y te comes su cerebro, y punto.
Aquella estrategia no le convencía. Un zombi nunca podía asegurar con qué tipo de humano iba a encontrarse por la noche.